sábado, 23 de enero de 2010

Primera República y la Restauración 18.01.10

Durante la pasada clase del lunes 18, vimos el tema relacionado con la primera república española y la restauración.
Un personaje muy relevante de la época fue Cánovas del Castillo (1828-1897), importante político, abogado y principal artífice, junto con Leopoldo O´Donnell, de la revolución del 54 contra Isabel II, proclamada con el “Manifiesto de Manzanares”, siendo él mismo el autor del escrito. Se convirtió en el máximo dirigente del partido conservador.
Cánovas, aunque tuviera con pensamiento antidemocrático (estaba en contra entre otras cosas del sufragio universal), pero a pesar de ello, fue un político pragmático que buscó el consenso de las fuerzas liberales.
Era partidario de la vuelta de los Borbones al trono, y del viejo sistema liberal antidemocrático, basado en el sufragio censitario. Abogaba también por el hecho de que la soberanía estuviera compartida por Las Cortes y el rey, pero no el pueblo.
Cánovas sabía que España estaba siempre en continuas crisis, y lo que realmente necesitaba España era un cambio de actitud. Entre las muchas novedades que expuso, detallo a continuación las más relevantes con respecto a la política del momento.
Era necesario el cambio de la impopular Isabel II, consiguió que ésta renunciara a sus derechos al trono en 1870, para colocar en su lugar a Alfonso XII.
Sabía que era necesario acabar con la presencia militar en la vida política, ya que esto provocaba mucha inestabilidad en el país.
El proceso de centralización también fue un cambio de Cánovas, ya que pretendía que Madrid fuera el principio y el fin de todo.
Pero sin duda el cambio significativo que llevó a cabo Cánovas fue el sistema bipartidista, el cual se basaba en la alternancia en el poder de los diferentes partidos, el conservador y el liberal, sin necesidad del ejército, y de una forma controlada, pero este es un tema que desarrollaremos más a fondo un poco más adelante.
Antes de continuar debemos saber, cuáles eran realmente los apoyos sociales de la restauración.
En un primer lugar tenemos a la burguesía, ya que entre otras cosas la restauración traía consigo el sufragio censitario, y el respeto a la propiedad privada.
También mencionar a la iglesia, ya que entendían que debido al carácter religioso de Cánovas, iban a mantener sus privilegios, y que no se les expropiarían sus bienes, como anteriormente pasó en las desamortizaciones. También sabían que al estar Cánovas en el poder, no se producirían de nuevo las quemas de iglesias, ocurridas en el pasado sexenio revolucionario.
Con el pronunciamiento militar de Martínez Campos, (1831-1900) es depuesta la reina Isabel II, volviendo al trono Alfonso XII, cayendo la primera república, víctima en parte de sus propias contradicciones.
Cánovas es el representante oficial del rey, y como nuevo dirigente decide dotar a España de una nueva constitución, la cual debía formularse de acuerdo con el modelo británico, es decir, las dos principales fuerzas parlamentarias debían estar de acuerdo. Esta constitución debía ser aceptada por todas las fuerzas políticas, es decir debía ser ecléctica a la vez que conciliadora, ya que debía seguir vigente durante el mandato del partido liberal y durante el del partido conservador. La constitución de 1876 se caracteriza por no ser ni las más liberal ni la más conservadora, debía contentar por partes iguales a todos.
Aquí podemos ver algunos de los artículos más importantes de dicha constitución:
Art. 11º. La religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado. La Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros. Nadie será molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su respectivo culto, salvo el respeto debido a la moral cristiana. No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado.(...)
Art. 13º. Todo español tiene derecho: De emitir libremente sus ideas y opiniones, ya de palabra, ya por escrito, valiéndose de la imprenta o de otro procedimiento semejante, sin sujeción a la censura previa. De reunirse pacíficamente. De asociarse para los fines de la vida humana. De dirigir peticiones individual o colectivamente al Rey, a las Cortes y a las autoridades. El derecho de petición no podrá ejercerse por ninguna clase de fuerza armada.
Art. 18º. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 19º. Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 20º. El Senado se compone: 1º) De senadores por derecho propio, 2º) De senadores vitalicios nombrados por la Corona; 3º) de senadores elegidos por las corporaciones del Estado y mayores contribuyentes en la forma que determina la ley. El número de senadores por derecho propio y vitalicio no podrá exceder de 180. (...)
Art. 27º. El Congreso de los Diputados se compondrá de los que nombren las Juntas electorales, en la forma que determine la ley. Se nombrará un Diputado a lo menos por cada ciento cincuenta mil almas de población.
Art. 28º. Los Diputados se elegirán y podrán ser elegidos indefinidamente por el método que determine la ley. (...)
Art. 50º. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey, y su autoridad se extiende a todo cuanto conduce a la conservación del orden público en el interior y a la seguridad del Estado en la exterior, conforme a la Constitución y a las leyes.
Art. 51º. El Rey sanciona y promulga las leyes. (...)
Art. 75º. Unos mismos Códigos regirán en toda la Monarquía, sin perjuicio de las variaciones que por particulares circunstancias determinen las leyes. En ellos no se establecerá más que un solo fuero para todos los españoles en los juicios civiles y criminales (...) "
Madrid, 30 de junio de 1876.
Si atendemos detenidamente a las leyes aquí establecidas, observamos que en ningún momento se tienen en cuenta los derechos individuales, ya que como volvemos a repetir, las leyes las hacen el rey y las Cortes, en ningún momento se habla del pueblo.
En cuanto a los órganos principales de esta nueva forma de gobernar, se encuentran, por ejemplo el rey, el cual es una entidad inviolable, o las Cortes, que son bicamerales, es decir se dividen en Senado y Congreso, que son equivalentes a la Cámara Alta y a la Cámara Baja respectivamente, de Gran Bretaña.
Debemos destacar en último lugar al gobierno, el cual está regido por el representante oficial, en este caso Cánovas, le cual debe presentar un listado de ministros, que tras ser consensuado con el rey, podrán acceder a su cargo político. Este personaje debe ser una persona de confianza del rey, e incluso podríamos hacer una ligera comparación con el sistema de validos del siglo SXVII.
El sistema bipartidista, aunque parlamentario en la forma, distaba mucho del británico, al que Cánovas tomaba como modelo. Había un pacto entre ambos partidos políticos que establecieron un "turno pacífico" para gobernar y dejaban fuera al resto de los partidos políticos (republicanos, carlistas), sin influencia política en la Cámara y cuyas peticiones siguieron realizándose en la calle.
Para favorecer al partido al que le correspondía gobernar, se manipulaban y falseaban las elecciones. Incluso se utilizaba el pucherazo, o sea, la falsificación de las actas electorales. En la práctica este sistema sólo podía funcionar mediante el caciquismo. Los caciques, procedentes de la oligarquía terrateniente, controlaban de este modo la vida política, económica y social del país, especialmente en las zonas rurales.
Las legislaciones no tenían un tiempo determinado, sino que cuando las Cortes y el rey lo decidían, se hacían “elecciones”. Por ejemplo desde 1875 hasta 1881 gobernó el partido conservador de Cánovas, desde 1881 hasta 1884 el partido liberal y desde 1884 hasta 1885 el partido conservador, fecha en la que fallece Alfonso XII de tuberculosis
Hubo varias consecuencias importantes a raíz de imponer este sistema de gobierno, por ejemplo, el hecho de que ninguno de los partidos representara realmente a las clases trabajadoras.
Ha tener en cuenta es el hecho de que España estuviera en un momento de estabilidad, pero claro esto ocurre porque todo está manipulado de antemano. Observamos una gran similitud con en la estructura social del antiguo régimen, como son la familia, la iglesia, el patronazgo, o incluso la mafia.
Regencia de Mª Cristina: desastre del 98
Alfonso XII, como ya mencionamos anteriormente, fallece a causa de tuberculosis en el año 1885. En esta situación política, se decide que sea su esposa Mª Cristina quien se ocupe de la regencia de su hijo Alfonso XIII, y así lo hace hasta que en 1902, éste cumple 16 años y se proclama mayor de edad.
Este gobierno se caracteriza por la mala gestión llevada a cabo, lo que provocó la pérdida de las últimas colonias españolas, unas contradicciones constantes a la hora de gestionar y numerosas manifestaciones, tanto de carácter socialista como anarquista. Es por esto y por más detalles que mencionaremos más adelante, por lo que el final del siglo XIX está considerado como una época de gran inestabilidad política.
Debemos señalar como un hecho de especial importancia, el desastre de 1898, con la consiguiente pérdida de Cuba, pero para ello debemos remontarnos tiempo atrás. En 1868, estalla la guerra en Cuba entre España y los separatistas, conflicto que no se resolverá hasta la década siguiente, cuando España reconozca una serie de concesiones a la autonomía cubana. El líder conservador Antonio Maura, presentó al parlamento de Madrid, en 1893, un amplio programa de reformas destinado a solucionar el problema cubano, pero no fue aceptado. El conflicto bélico se reanudará en 1895, y se extenderá hasta 1898, en que comenzarán a aplicarse una serie de medidas, aprobadas por el parlamento a finales de 1897 tendentes a garantizar una amplia autonomía a la isla. En este panorama político, el 19 de abril de 1898, los Estados Unidos, alegando la responsabilidad española en el hundimiento de su acorazado Maine en el puerto de Santiago, declaró la guerra a España. La marina americana, equipada con buques y armamento moderno, derrotó a los barcos españoles en Cavite, Filipinas, el 1 de mayo, y en Santiago de Cuba, el 3 de julio. El tratado de París, del 10 de diciembre de 1898, obligó a España a conceder la independencia a Cuba y a ceder Puerto Rico y las Filipinas a los Estados Unidos.
La derrota supuso un duro golpe para el país, no obstante, la pérdida de las posesiones coloniales fue acogida en España con bastante indiferencia. No hubo ninguna reacción pública violenta. España parecía paralizada. Sólo un grupo de intelectuales sintió la necesidad de enfrentarse a la derrota y a sus consecuencias nacionales, fueron los miembros de la denominada Generación del 98. A pesar de su reacción, los intelectuales no acometieron los problemas de España (pobreza, subdesarrollo, injusticia social...) desde una postura activa, sino que dieron una respuesta abstracta y filosófica al denominado "problema de España".





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